sábado, 31 de marzo de 2012

LA VIBRACION EL SONIDO Y LA LEY DE LA OCTAVA

El sonido, como la luz, es vibración. Solo se diferencian físicamente en la velocidad. El sonido se oye, la luz se ve. La frecuencia de la vibración se mide en hercios (HZ). La ley de la octava, descubierta por G.I.Gurdjieff, permite establecer una correspondencia matemática entre los sonidos y los colores. La ley de la Octava explica muchos hechos si comprendemos el significado de los intervalos, que obligan constantemente a la línea de desarrollo de vibraciones a modificar su dirección, quebrarla, curvarla y tomarla en su propio contrario, así sucesivamente. Por tanto nada en el mundo permanece en el mismo lugar, o sigue siendo lo que originariamente fue, todo se mueve, se desplaza cambia e, inevitablemente, sube o desciende, se refuerza o se debilita, se desarrolla o degenera, moviéndose en una octava ascendente o descendente. También de esta Ley se deduce la inevitabilidad del descenso o el ascenso, pues nada puede permanecer en el mismo nivel, a veces interpretamos el descenso como ascenso o no tenemos en cuenta que cuando no hay ascenso, inevitablemente hay un descenso. Estas son dos causas de las ilusiones sobre nosotros mismos. Cuando pensamos que las cosas pueden permanecer largo tiempo en el mismo nivel, no somos conscientes de la inevitabilidad del ascenso o del descenso. Cuando interpretamos un descenso como ascenso, no somos conscientes de que eso es imposible, como desarrollar la consciencia por medios mecánicos. Así pues hay que aprender a distinguir las octavas ascendentes y descendentes en la vida y sus propios ascensos y descensos. Nada en nuestra vida puede permanecer constante, nuestra energía, estado de ánimo, pensamientos, todo eso, corresponden a los periodos de desarrollo de las fuerzas de un intervalo a otro o a los intervalos mismos Y es solo en las octavas de orden cósmico, ascendentes o descendentes, donde las vibraciones se desarrollan de forma ordenada y consecuente , conservando siempre la misma dirección tomada por ellas al comienzo. (En relación directa con las Leyes Universales) El desarrollo correcto de esas octavas está basado en lo que llamamos “accidente”. Las octavas que progresan paralelamente a una octava dada, que la cruzan o que la encuentran, llenan sus intervalos de una u otra manera, recibiendo un choque adicional. En el caso de las ascendentes, el primer choque se produce en eL intervalo de MI a FA es decir, si una energía adicional entra en ese sitio, la octava se desarrollará sin problema hasta llegar a SI, pero para que se desarrolle correctamente es necesario que se produzca entre SI y DO un choque suplementario mucho más fuerte que el que se produjo entre MI y FA. Estos choques accidentales que permiten a las líneas de fuerza alcanzar la meta proyectada. En el caso de las líneas de fuerza enderezadas por accidente y que el hombre puede a veces ver o suponer, mantienen en él la ilusión de líneas rectas creyendo que esa es la norma y no la excepción. Con ello el hombre cree que es posible “hacer” y alcanzar una meta proyectada. La meta o resultado alcanzada por alguien se pudiera parecer en apariencia a la meta proyectada, un hombre se afirma a sí mismo y a los demás de que cualquiera puede alcanzar su meta. Es una ilusión. Es un accidente del mismo orden. En las actividades de la vida, los hombres se engañan a sí mismos, cuando ha pasado tiempo entre el comienzo y el resultado de la acción, y tomar el resultado obtenido por el deseado. Pero, ¿Cuál es el método para obtener un control? Por supuesto no se trata de que los “choques adicionales” vengan por sí mismos del exterior, en el momento preciso. Le queda entonces al hombre la siguiente elección: encontrarle a sus actividades una dirección que corresponda a la línea mecánica de los acontecimientos del momento (= dejarse llevar por lo que sucede confiando, “por donde sopla el viento”) aunque esto contradiga sus propias inclinaciones, creencias y convencimientos de que en la vida hay que trazarse objetivos para conseguirlos, o bien, crear “choques adicionales artificiales”, estudiando necesariamente a fondo la Ley de la Octava para dejar el papel pasivo de espectador de lo que le sucede en la vida. Esto es imposible para el “hombre máquina” que cree que todo “sucede” Por ello es importante conocer los momentos de los intervalos y ser capaz de crear los “choques adicionales” necesarios. Así como la diferenciación entre las Octavas Cósmicas Ascendentes (Evolutivas) y las Descendentes (Creatices), pues el hombre confunde ambas y no comprende que la línea de creación se opone a la de evolución yendo a menudo contra-corriente. “Tienen que comprender y sentir esta ley en ustedes mismos, dijo, y sólo después la verán fuera de ustedes”

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