Cuando olvidamos quién realmente somos
y pensamos solo en nosostros
como cuerpo físico y personalidad,
entonces tenemos miedo,
especialmente miedo a la muerte.
Pero cuando recordamos que somos mucho más que nuestro cuerpo
cuando nos identificamos con nuestra esencia espiritual,
recordamos nuestra conexión con el Gran Espíritu,
con la energía en movimiento y la luz
que es la esencia de todas las personas y las cosas.
Cuando nos damos cuenta de que somos energía
que está constantemente creando, cambiando
y que en esa esencia eterna siempre fluimos,
entonces perdemos el miedo,
y la muerte no es un final
sino que es parte de lo venidero,
parte de esa continuidad que no se puede romper.
El arte se retroalimenta de arte. En esta ocasión la lectura de este poema del que desconozco el autor, condujo a este cuadro hacia un fluir perpetuo de color y energía. Se produce un encuentro de materiales como la tierra, el agua, los pigmentos... que se han servido de mí para recrearse de nuevo. La idea era hacer y observar desde el caos inicial y tener la suciente paciencia como para captar el instante en el que todo parece ordenarse , y así poder apreciar la esencia del mensaje. Su título, después del algunos vaivenes , se quedó en fluir.